Con esto en la cabeza trato de reconstruir la ventana del verdadero hogar. Muy despacio, con mucho esfuerzo, comienzo a concentrarme. Las luces empiezan a oír mi voz. Las primeras en acudir a mi llamado son las pasajeras, pero de a poco empiezan a voltear hacia mí las que parecen más estables. Lentamente mi mente empieza a danzar al son inherente a cada esencia, y entonces el circo de muchas pistas empieza a centrarse solamente en una: todas las luces me obedecen, todas reconocen una Dirección.
Mi obra no puede ser otra: las luces forman un espiral en ascenso. Un espiral que no podrá denotar magnificencia ante cualquier, pero sí ante quien sabe asir lo intangible, pero además conoce lo que es vivir en una ciudad que huele a brasa de mezquite los fines de semana. Para quien puede reírse de las eventualidades que tienen su referencia en el cuero y el sudor, bajo un sombrero abandonado en un cabeza, lánguido de sol.
Hincada, me sorprendo limpiando el cristal de la ventana de mi cuarto en el DF para apreciar la magnificencia del Cerro de la Campana de mi Hermosillo, tal como lo veo cuando me siento segura.

4 comentarios:
You can take the girl out of the "North", but you can't take the North out of the girl... esas mismas imagenes son las que siempre me mantienen viva y me traen de regreso a casa a cada paso que doy...
Maíta, tú eres una de las luces que me ayudan a ubicarme. Gracias por compartir, gracias por la reflexión.
luces que nos guían...
y otras que nos invitan a la confusión...
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